Acoso escolar y convivencia
Se denomina “acoso” al comportamiento
agresivo, ofensivo, pernicioso y burdo que una persona tiene de manera
reiterada sobre otra con el fin de vejar y humillar a su victima. Tal conducta
suele presentarse entre escolares por cuanto el flagelo de la violencia está en
todas partes, a cualquier edad, sexo, ámbito o condición social en la que se
puedan reflejar las diferentes formas de maltrato: psicológico, físico y/o
verbal; entre niños, niñas y adolescentes, en la mayoría de los casos lejos de
la mirada de los adultos a fin de hostigar y controlar de manera recurrente a
otro que considera inferior a el o ella,
sin reconocer que todos somos sujeto de derecho sin ningún tipo de discriminación.
En este sentido, es importante señalar que
obviamente este tipo de actitud repercute negativamente en los niños, niñas y
jóvenes que la padecen. Estas consecuencias pueden ser: baja autoestima, temor
o rechazo de asistir a la institución educativa, apatía por los estudios,
resentimiento, odio, deseos de venganza, (en las que la victima puede
convertirse en agresor), deserción escolar, sugestión, angustia y en ocasiones
pudiera ocasionar daños irreversibles como el suicidio u homicidio al agresor.
El acoso
escolar así como otras formas de acoso siempre ha existido, no obstante en
los últimos años se ha incrementado. Es entonces tarea titánica de padres y
docentes aplicar estrategias metodológicas que coadyuven a un clima escolar
positivo a fin de velar, proteger y orientar a todos por igual, por cuanto
todos tienen derecho al buen trato, sustentado en la formación y promoción de
los valores humanos tales como: el respeto, la tolerancia, la equidad, el bien
común, la justicia, la solidaridad, sobre la base de la pedagogía del amor a
Dios, a nuestros semejantes y a la naturaleza.
De esta manera, estamos haciendo
referencia entonces a la convivencia pacífica, sana la cual debe aplicar en
nuestra vida diaria para convivir en armonía y adaptarnos a la sociedad, por lo
que se hace necesario entonces el manejo de ciertas pautas o normas que deben
surgir del consenso de todos, así como también de la promoción de la disciplina
para establecer ciertos límites de comportamiento.
Es relevante destacar que el respeto a los
límites, favorece si aplicamos técnicas de resolución de problemas con la
participación activa de quienes la padecen, especialmente aquellos en situación
de discriminación, exclusión, marginalidad o vulnerabilidad. Claro está que los
conflictos en la convivencia son inevitables, precisamente por las diferencias
de caracteres, de puntos de vista, de criterios; situación tal que debemos
aprender a canalizar respetando a los demás y sus ideas aún cuando no estemos
de acuerdo.
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